y sé lo que es sentirse angustiada, perdida y llena de miedo.

Hubo días en los que me despertaba con una sensación de vacío, sabiendo que algo no estaba bien, pero sin saber cómo cambiarlo. No encontraba mi sitio.

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Estaba en un trabajo que odiaba, y la ansiedad me estaba consumiendo. Mi cuerpo empezó a gritar lo que mi mente no quería admitir: el dolor en el pecho, los latidos acelerados, esa presión constante. Me sentía atrapada.

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Tomé una decisión difícil: dejé mi trabajo, y eso lo cambió todo. Perdí a mi pareja, me quedé sin casa, y volví con mis padres... Estaba rota.

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Pero, curiosamente, fue lo mejor que me pudo pasar. Cuando ya no tienes nada que perder, las decisiones se vuelven más fáciles. Y me levanté.

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Hoy, con casi 40 años, tengo la vida que siempre quise. Pero aprendí que no hace falta aguantar tanto para cambiar. Muchas veces ya sabes lo que tienes que hacer, pero no te atreves. Mi misión es ayudarte a descubrir tu camino antes de seguir sufriendo.

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He sido muy valiente en mi vida, a veces imprudente, y sí, la he cagado muchas veces. Pero también he aprendido a levantarme cada vez, más fuerte que antes. Y, si algo sé ahora, es cómo evitar caer tanto o, al menos, levantarse más rápido.

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Mi equipo y yo estamos aquí para acompañarte. Para que no tengas que pasar por todo ese dolor. Con una caída basta.