El periódico digital Finanzas Personales, nos hacía eco del siguiente titular:
Uno de los temores más comunes en una persona, es la aprensión a la que normalmente se debe enfrentar en la vida laboral.
La noticia nos destaca los 5 miedos principales del mundo laboral:
Miedo a no encontrar la perfección: Frecuentemente pasa en las personas y consiste en no fallar ni por un instante en sus tareas, a tal punto de querer cumplirlas por encima de lo que sea.
Miedo a ser líder: En ocasiones el liderazgo puede ser asumido con miedo en el trabajador, debido a que ya llevaba un ritmo de tareas y se le hace difícil enfrentarse a la nueva situación de cambio a la que se enfrenta.
Miedo a un compañero deslumbrante: El trabajar en equipo requiere de entender con humildad que existen otros compañeros que se destacan por tener más capacidades y actitudes laborales, lo que no quiere decir que éste le esté “haciendo el cajón” o que el empleado esté próximo a un despido.
Miedo a expresarse: Muchos profesionales se resignan a lo que sus superiores le digan, se limitan a sólo seguir lineamientos por miedo a pensar que si proponen algo estarían en contra de su jefe, y esto le podría costar un despido.
Miedo al entorno laboral: Es difícil superar el pasado, pero cuando un empleado cambia de trabajo, es necesario asimilarlo como tal. Algunas personas se quedan “casadas” con el ambiente anterior, lo que se convierte en un obstáculo a la hora de enfrentar nuevos retos.
Y desde el punto de vista del coaching ¿qué podemos aportar para poder SUPERAR estos miedos?
Debajo de cada uno de estos miedos se esconden en la mayoría de los casos, creencias limitantes que han estado arraigadas en nuestra mente desde hace mucho tiempo, con lo cual no resulta fácil escapar de ellas.
El miedo a no encontrar la perfección, puede venir de la creencia de que la persona que no hace bien las cosas siempre es un mal profesional. O el miedo a ser líder, puede venir de la creencia de que sus capacidades son limitadas y que no es capaz de hacer más ya que cree que no tiene las habilidades para hacerlo, sin haberlo probado. En el caso del miedo a un compañero deslumbrante, puede tener detrás un pensamiento recurrente del tipo "Cuando aparece X, para mi jefe yo dejo de existir". Con el miedo a expresarse, puede haber una convicción del tipo “Nunca he tenido buenas ideas, así que para que arriesgarme no vaya a ser que salga mal”. Y finalmente, en el caso del miedo al entorno laboral nuevo, la persona puede estar pensando “Si siempre lo he hecho así y me ha ido bien ¿para qué cambiar?”
La consolidación de estas creencias limitantes parecen tener una explicación según Timothy Galway (autor del libro “El Juego Interior del Tenis”) a través de su teoría del surco donde afirma que “Existen huellas que nuestros comportamientos dejan en nuestro cerebro cada vez que repetimos una conducta”.
"Existen huellas que nuestros comportamientos dejan en nuestro cerebro cada vez que repetimos una conducta”. Timothy Galway (autor del libro “El Juego Interior del Tenis”)
Ahora bien, una vez detectadas las creencias y conductas limitantes de nuestro cliente, procederemos a acompañarlos a que puedan explorar, descubrir, reconocer y afianzar nuevos hábitos desde las 3 grandes dimensiones del aprendizaje: pensamiento, emoción y corporalidad.
Finalmente, estos hallazgos deberán afianzarse en forma de acción y compromiso por parte del cliente, donde deberá poner en práctica todo lo aprendido en la sesión. El éxito final de cualquier proceso de coaching viene de la propia responsabilidad del cliente de poner en marcha los cambios, y quién elige si decide seguir por el mismo surco de “siempre” o comenzar a experimentar nuevos surcos que pueden llevarle a nuevos aprendizajes, situaciones, emociones, decisiones, conocimientos, experiencias y un largo etc de posibilidades.
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