top of page

¿Por qué sigues buscando la aprobación de tus padres aunque ya seas adulta/o?

¿Te sorprendes a ti misma/o deseando el “orgullo” o el “aplauso” de tus padres, incluso teniendo tu propia vida montada e independencia económica? ¿Sientes que, por muchos logros que alcances, algo dentro de ti sigue esperando ese visto bueno que crees que nunca termina de llegar?


Esta búsqueda de aprobación no es un simple capricho. Tiene raíces muy profundas, vinculadas a cómo aprendiste a valorarte cuando eras pequeña/o. El problema surge cuando, si no tomas conciencia de ello, puedes pasarte la vida esperando un reconocimiento que, tal vez, nunca llegue (o que, si llega, no sea tan satisfactorio como imaginabas).


En este artículo, exploraremos por qué continúas anhelando la validación de tus padres y cómo liberarte de esa dependencia emocional. ¡Vamos a ello!


Cuando tu pareja te ignora: qué hacer cuando sientes que hablas con una pared

1.Creciste dependiendo de su validación (y eso no se “apaga” de un día para otro)


Cuando éramos niños, nuestras necesidades físicas y emocionales giraban alrededor de nuestros padres: comida, protección, afecto… Su aprobación funcionaba como la “moneda” que nos confirmaba si estábamos haciendo algo bien o mal.

  • Si te felicitaban, sentías que todo estaba bajo control.

  • Si te criticaban, sentías que fallabas como persona.


Con el tiempo, esa dinámica se graba en tu inconsciente, generando la idea de que “para estar bien, necesito que ellos me digan que estoy bien”. Y aunque crezcas y consigas una vida totalmente independiente, esa voz interna puede seguir repitiendo que no es suficiente hasta que ellos lo reconozcan.


Ejercicio rápido

  1. Piensa en el último logro que te hizo sentir orgullosa/o de ti misma/o.

  2. Recuerda si buscaste la reacción de tus padres. ¿Cómo te sentiste si no respondieron como esperabas?

  3. Identifica la emoción dominante: ¿decepción, enfado, frustración?

  4. Reflexiona cómo esa emoción puede estar conectada con la infancia (cuando necesitabas su validación para sentirte bien).


2.Crees (erróneamente) que su aprobación define tu valor personal


Hay una creencia muy arraigada que nos acompaña desde niños: “Si mis padres me aprueban, entonces valgo. Si no lo hacen, no soy suficiente”.Esta fantasía puede llevarte a tomar decisiones de vida (eligiendo carrera, ciudad o incluso pareja) pensando más en lo que ellos considerarían correcto que en tus auténticos deseos.


  • Problema: Si nunca consigues esa aprobación, o llega tarde y mal, tu autoestima queda en “pausa”, dependiendo de su visto bueno.

  • Consecuencia: Aunque seas adulta/o con tus propios logros, tu satisfacción personal sigue anclada a si tus padres te dan luz verde o no.


Clave: El reconocimiento externo puede ser agradable, pero no debe ser la base de tu amor propio. Si tu valor depende de su “OK”, nunca te sentirás verdaderamente libre.


Cómo filtrar entre tanta paja: La “entrevista de valores” para encontrar a alguien que valga la pena

3.El miedo a decepcionar: la herida que te mantiene atada/o


“Si mis padres no me aprueban, los decepcionaré”. ¿Te suena? Esta idea es potentísima y genera una culpa enorme. Desde pequeños nos han enseñado que decepcionar a los padres está entre las peores cosas que podemos hacer. Por eso, a menudo sacrificamos nuestras propias necesidades:


  • Eliges una carrera que no te apasiona, solo para que ellos estén orgullosos.

  • Reprimes tu forma de pensar para no recibir críticas.

  • Adoptas conductas o estilos de vida contrarios a lo que deseas, para no romper el ideal que tienen de ti.


¿Resultado? Tu libertad y autenticidad quedan en segundo plano, y acabas desgastada/o emocionalmente, incluso llegando a resentirlos sin darte cuenta.



4.Sanar no es “pasar” de lo que ellos piensen; es aprender a vivir con tu propia aprobación


Puede que, harta/o de sentirte atada/o a su aprobación, te digas: “Ya me da igual lo que piensen, voy a hacer lo que me dé la gana”.


A primera vista suena liberador, pero ¿realmente te da igual o es un mecanismo de defensa para evitar el dolor del posible rechazo?


Sanar esta herida supone reconocer que, en el fondo, claro que te importa su opinión (son tus padres), pero tu amor propio no puede depender de que ellos te aplaudan o estén 100% de acuerdo con tus decisiones.


Ejercicio de autoconfirmación

  1. Cada vez que alcances un logro importante, pregúntate: “¿Cuál es mi opinión al respecto?”

  2. Identifica qué sientes cuando no tienes su aprobación y cuestiona: “¿Qué necesito decirme a mí misma/o ahora?”

  3. Practica frases como: “Mi valor no depende de su visto bueno, confío en mi criterio”.


5.¿Y si nunca reconocen lo que hago?


Aquí la pregunta dura, pero real: ¿Y si tus padres nunca ven tus esfuerzos o te siguen criticando?


  1. Acepta la posibilidad de que no cambien (por sus propias limitaciones o creencias).

  2. Comprende que no es tu responsabilidad “educarles” o “hacerles ver” tu valía.

  3. Decide si la relación puede seguir un curso distinto (con límites y menos expectativas), o si necesitas tomar distancia para proteger tu estabilidad emocional.


Clave: Si basas tu felicidad en un cambio que no depende de ti, te quedarás atrapada/o en la frustración. Asumir que tal vez nunca obtengas lo que esperas te libera para construir tu propia aprobación interna.


6.Ejercicio final: Reconecta contigo misma/o


  1. Lista todas las decisiones importantes que has tomado en los últimos 5 años (cambios de trabajo, pareja, proyectos personales, mudanzas…).

  2. Marca aquellas que crees que buscaban, al menos en parte, la aprobación de tus padres.

  3. Reflexiona: “¿Lo haría igual si supiera que no van a aprobarlo nunca?”

  4. Observa qué sientes al imaginar que no te aprueban: ¿miedo, tristeza, culpa?

  5. Escribe una frase de empoderamiento: “Aun si mis padres no lo reconocen, valoro mi camino porque…”.


Objetivo: Ver con honestidad cuánto peso sigues dándole a su validación. Reconocerlo es el primer paso para librarte de esa dependencia.



Conclusión: tu vida, tus reglas (con o sin su aprobación)


Buscar la aprobación de tus padres es comprensible y muy humano; nos criaron con la idea de que sin su “OK” no seríamos nadie. Pero ya eres adulta/o, con recursos y capacidad para sostener tu propio valor, independientemente de lo que tus padres opinen o esperen.


  • No se trata de romper lazos ni de actuar “en rebeldía” si en el fondo te importan.

  • No se trata de negar que te gustaría su apoyo.

  • Sí se trata de asumir que tu felicidad y tu autovalor no pueden depender exclusivamente de ellos.

  • Sí se trata de darte a ti misma/o ese reconocimiento que, tal vez, nunca llegó.


Al final del día, la aprobación más importante es la tuya propia. Ese permiso para vivir según tus convicciones solo puedes dártelo tú.



¿Sientes que esta búsqueda de aprobación te impide tomar decisiones libres?


Si notas que, pese a ser adulta/o, sigues atada/o a lo que tus padres digan o piensen, podemos ayudarte. Reserva una sesión con nuestro equipo y aprende cómo liberarte de esta dinámica, reforzando tu autoestima y descubriendo cómo vivir según tus propios términos AQUÍ


Recuerda: Ellos te dieron la vida, pero  decides cómo vivirla.

Comentarios


bottom of page