Todos, en mayor o menor medida, necesitamos de aprobación exterior, ya que somos seres sociales por naturaleza. Sin embargo, hay una línea que separa lo saludable de lo no saludable que debemos tener en cuenta si no queremos establecer dependencia.
Cuando tienes miedo a ser genuino, a ser tú mismo por obtener la aprobación de los demás, comienza a ser un problema.
“No permitas que el ruido de las opiniones de los demás ahoguen tu voz interior”.
Una frase fácil de entender, pero difícil de llevar a cabo, ya que nos gusta agradar y ser elogiado. La cuestión es encontrar un equilibrio para evitar que el bienestar personal dependa de la opinión de los demás.
1. ¿De dónde viene?
Debemos remontarnos a la niñez. En las primeras etapas de la vida necesitamos la aprobación exterior, esa sensación de seguridad que nos proporcionan las figuras de apego. Es una herramienta fundamental para saber lo que está bien y lo que está mal, en definitiva, para saber cómo comportarnos.
Si no recibimos aprobación externa, probablemente desarrollaremos problemas de autoestima.
En la adolescencia la necesidad de aprobación también influye de una manera muy positiva, el reconocimiento en el grupo de iguales es un elemento importante para la conformación de la identidad.
Y desde ahí, vamos conformando nuestras propias creencias y nuestra autoestima.
Por eso, hay que reflexionar sobre nuestras experiencias en el pasado, por ejemplo: Si una madre le dice a su hijo que es un desastre, no confía en él y en vez de ver sus virtudes se enfoca en los defectos, este niño posiblemente crezca con una autoestima debilitada y buscará en los demás esa aprobación que no recibió.
Aunque hay que decir que no solo son importantes las valoraciones de nuestra familia (aunque son las más importantes), las opiniones de compañeros de clase, amigos o profesores también influyen y si estas son sanas podemos llegar a desarrollar una autoestima más estable y sana.
De adultos sigue siendo sano y adaptativo que busquemos cierta aprobación porque nos reafirma y brinda seguridad. Nos ayuda a poner en marcha nuestra empatía y adaptarnos mejor a las situaciones sociales (por ejemplo, cuando tenemos que tomar una decisión, pedir opinión a las personas cercanas nos puede ayudar a ver más alternativas o a evaluar las consecuencias de las mismas.
Lo importante es que al final la decisión la tomemos nosotros en base a nuestras preferencias.
Sin embargo, cuando nuestro bienestar depende de las opiniones y valoraciones positivas del resto y no somos los que llevamos las riendas de nuestra vida y nuestras decisiones, deja de ser funcional y empieza a generarnos mucho malestar.
2. ¿Y al ser adultos por qué se mantiene esa dependencia?
De la experiencia en la infancia y adolescencia se van conformando nuestras creencias y nuestra autoestima y actitudes, siendo muchas de ellas erróneas y disfuncionales sobre cómo “deben” ser las interacciones sociales y cómo se obtienen sus beneficios.
Por ejemplo, pensar que si antepongo las necesidades de los otros a las mías cuando les trato muy bien, ellos harán lo mismo conmigo. Estos pensamientos incrementan el que no nos creamos autónomos o capaces de actuar según nuestras preferencias ya que delegamos en el resto nuestras necesidades en vez de encargarnos de ellas nosotros mismos.
El bienestar o el malestar, lo dejamos en manos de los demás; y esto contribuye a la dependencia emocional, que limita nuestros los logros personales, aumenta la frecuencia e intensidad de la ansiedad, la tristeza, el miedo o el enfado.
Por eso es importante identificar en qué punto nos encontramos, analizar si nuestras decisiones y comportamientos varían según las opiniones exteriores.
3. ¿Cómo identificar si somos dependientes?
Opinamos diferente y no mostramos el desacuerdo, intentamos ser amables para agradar y no enfadar a la persona que tiene una opinión distinta a la nuestra. No realizas una crítica constructiva ante un trabajo mal realizado o la forma de realizar algo para no hacer sentir mal.
Variar nuestro estado emocional según la opinión de los demás. Si nos halagan y nos aprueban nos sentimos eufóricos y alegres, pero si nos critican y desaprueban nos sentimos tristes y poco valiosos.
No saber decir “no” y anteponer los deseos de los demás a escuchar nuestras necesidades. Y te sueles etiquetar de egoísta cuando te priorizas.
Preocupación excesiva por tener buena imagen. Nos puede gustar arreglarnos y hacerlo habitualmente, y otra que se convierta en una necesidad y no nos puedan ver despeinados, sin maquillaje o con un aspecto no cuidado.
No eres espontáneo ni auténtico por miedo al rechazo. Nos mostramos demasiado correctos y se intenta pasar desapercibidos para evitar recibir críticas.
Eres demasiado complaciente con los demás.
Necesitamos que nos reconozcan y elogien por nuestras acciones o logros para que nosotros mismos les demos valor.
Cuando necesitamos la opinión de los demás para tomar decisiones.
Experimentas una gran tristeza, preocupación o enfado cuando no recibes la respuesta esperada, por ejemplo en las redes sociales, ante un comentario en una reunión de trabajo, etc.
Tienes dificultades para reconocer errores por miedo al rechazo o la crítica.
Te concentras más en “el qué dirán” en lugar de centrarte en definir lo que tú quieres transmitir.
Exceso de amabilidad, tendencia a pedir permiso en situaciones en las que no es necesario.
Rumiación sobre frases dichas, preocupación y ansiedad sobre las posibles consecuencias de las mismas. Te anticipas a posibles conversaciones futuras para encontrar la mejor forma de responder.
Piensas que es terrible que alguien te rechace, y si ocurre sueles pensar que algo habrás hecho mal.
Sueles encontrarte teniendo comportamientos exagerados para llamar la atención y así obtener reconocimiento.
4. ¿Cómo equilibrar esa necesidad de aprobación?
Podemos equilibrar la necesidad de aprobación, cambiando nuestros pensamientos y creencias. No basta con entenderlo, sino que es necesario reflexionar a fondo y darse cuenta que muchas veces lo que pensamos no es verdad, y son pensamientos automáticos negativos por lo que tenemos que buscar creencias y pensamientos más racionales . Recuerda: no somos lo que pensamos, somos la voz que los corrige
La primera, es que seas consciente de si tienes o no dependencia y en qué medida, algo, mucha, poca.
Cuando estés decidiendo algo, reflexiona cómo te sientes, qué deseas, cuál es el objetivo y las motivaciones que guían tu elección.
No podemos gustar a todos, es imposible. Seas quien seas, tengas las virtudes que tengas, nunca gustarás a todo el mundo. Siempre habrá personas que nos critiquen y desaprueben, y eso le pasará a todo ser humano de este planeta. Hasta los artistas e influencers más reconocidos tienen sus "haters". Por muy reconocido que seamos, por muchos seguidores que podamos llegar a tener, habrá alguien a quien no le gustará lo que hagamos, y eso, aunque escueza no debe perturbarnos en exceso, ya que el gusto es algo subjetivo.
Nadie nos conoce como nos conocemos nosotros mismos. Nadie sabe la mochila que cargamos, nuestro pasado, experiencias y contexto en el que nos encontramos.
Los demás no están en la posesión de la verdad. Por ello, no debemos darle tanto poder a lo que otros piensen de nosotros, porque pueden equivocarse.
Toma tus decisiones. Cada vez que tengamos que tomar una decisión deberíamos hacernos una pregunta, ¿En base a qué estamos tomando esta decisión?, ¿Nos influye la opinión y los deseos de otros?, ¿Qué deseamos nosotros, si dejamos de lado la opinión social? Decide según tu criterio, no según el de los demás.
No somos ni más ni menos que nadie. Ni más ni menos valiosos. Todos somos iguales, no importan los éxitos conseguidos, ni las posesiones, somos maravillosos y únicos. Lo único importante es como seas como persona, los valores humanos que te definen.
Las criticas o diferencias de opinión no significan un rechazo a ti como persona. A menudo es un rechazo hacia un gusto, un error, un acto, opinión, etc. Todo ser humano comete errores y gracias a ellos evolucionamos. Somos mucho más que conductas concretas en momentos determinados.
Aprende a encajar de forma positiva las críticas y comunicarlas de manera asertiva: Reacciona con calma, evalúa si es constructiva y si es así, aprende de ella.
Trabaja tu autoestima. Cuando lleguemos a pensar que somos personas valiosas y tengamos una opinión positiva sobre nosotros mismos, no nos hará tanto daño una crítica, lo veremos como algo natural que sucede en la vida y nos daremos cuenta que lo esencial es creer en uno mismo a pesar, de lo que suceda en el exterior. Es muy importante que nuestra autoestima se base en criterios internos, en nuestras fortalezas, en cosas que dependan de nosotros y no de factores externos, como logros o cosas materiales.
Acepta las diferencias entre personas. Cada uno tenemos nuestros gustos, opiniones, forma de vida, etc.. ser diferente no significa ser mejor o peor. Es una posibilidad de aprendizaje y enriquecimiento ante diferentes puntos de vista.
En definitiva, confía en tu criterio, arriésgate, comete errores y aprende a tomar tus propias decisiones.
Espero que este artículo te ayude y lo pongas en marcha.
Si sientes que necesitas una guía personalizada para este proceso, tienes dos caminos para elegir:
Asesoría Brújula Interior: Si te sientes listo/a para explorar por tu cuenta con una hoja de ruta clara, te acompaño a encontrar tu norte y te doy todas las herramientas que necesitas para seguir avanzando por ti mismo/a. Ideal si prefieres avanzar a tu propio ritmo después de nuestra sesión.
Terapia personalizada: Si lo que buscas es un acompañamiento constante para explorar más a fondo y trabajar en cada paso del camino, la terapia te permitirá avanzar con apoyo profesional a cada momento. Juntos, iremos desentramando las barreras que te frenan y te ayudaré a implementar cada cambio de forma progresiva y profunda.
CTA Final: ¿Listo/a para dar el primer paso? Reserva tu sesión de ‘Brújula Interior’ si prefieres avanzar por tu cuenta con guía clara, o elige una terapia personalizada para un acompañamiento continuo. ¡Empieza hoy a vivir alineado/a con lo que realmente te llena!
Comments